LA ADMINISTRACIÓN Y GESTIÓN TERRITORIAL | 03


Los Recursos del Territorio 

Oportunidades para Impulsar el Desarrollo Local


Dentro de un territorio se pueden considerar dos tipos de recursos específicos: los recursos netamente intrínsecos del territorio, que son aquellos originados por las condiciones ambientales y sociales del área, y los recursos extrínsecos, vinculados a la conformación  de la estructura territorial y a las ventajas de localización geográfica que de esta se generan, con relación al ámbito regional y nacional al que pertenece el territorio.

Dentro de la valoración de los componentes físico naturales o ambientales, se incluyen la disponibilidad de recursos hídricos o hidrobiológicos, minerales y  forestales, el potencial productivo de los suelos, el potencial energético y las bellezas escénicas y paisajísticas del territorio, entre otros. Una buena evaluación de la disponibilidad de estos recursos es fundamental, y puede constituirse en una base estratégica para planificar el desarrollo territorial desde el ámbito local hasta el regional y nacional, en el mediano y largo plazo, y su existencia otorga además, una ventaja comparativa para los territorios locales (Utría, 1986. En MHC-C-IGAC, 1997).

En este sentido, la existencia de fuentes de agua seguras en un territorio aumenta la competitividad de éste con relación a otros territorios, motivo por el cual, la atracción de actividades económicas aumenta, y con ello la posibilidad del desarrollo local (MHC-C-IGAC, 1997. Genatios, 2000).  De esta manera, es indispensable para el logro de una eficiente gestión territorial, que el territorio enmarcado dentro de un espacio geográfico determinado, cuente con suficientes recursos hídricos, que permitan dinamizar las actividades económicas y sociales en el territorio, mediante un uso sustentable del recurso. 

Referente al potencial paisajístico y las bellezas escénicas del territorio, es importante acotar que en muchos países del mundo, las entidades político administrativas locales tienen competencias que le permiten ser agentes de desarrollo, aprovechando con fines económicos los principales atributos naturales, históricos y culturales que les ofrece su entorno, generando fuentes de empleos segura a la población residente, y alternativas recreacionales y de esparcimiento a la población visitante, que principalmente habita en grandes centros urbanos, que no poseen por lo general, lugares para el sano esparcimiento y la recreación en su entorno inmediato. 

Por ejemplo, aquellos espacios que tienen mar y playas, atributos escénicos y paisajísticos y(o) histórico-arqueológicos, aprovechados de manera adecuada a través del turismo, pueden generar impactos socioeconómicos positivos en los territorios donde se encuentran (Pérez, 2003). En Venezuela por ejemplo, se puede ejecutar este tipo de práctica económica como una opción de oferta turística, que sea diferente al turismo de enclave, el cual ha generado graves problemas de deterioro ambiental, social y económico en los lugares donde se ha aplicado. Este tipo de turismo (de enclave), no solamente atenta contra el comercio local, sino que muchas veces ha impactado negativamente en los asentamientos humanos cercanos a las infraestructuras turísticas, por ejemplo, en la competencia por el agua de consumo doméstico y los recursos de inversión, los cuales en ocasiones se han dirigido hacia el fortalecimiento de estas infraestructuras, en detrimento de las comunidades locales. En fin, el tipo de práctica turística a desarrollar en los lugares con las características antes descritas, debe  ejecutarse teniendo en cuenta una visión social y sustentable en el aprovechamiento de los recursos territoriales.

Por su parte, los suelos, más que un recurso que puede ser aprovechable, constituye la base para el asentamiento de las actividades humanas, y en general para sustentar la dinámica espacial del hombre. Desde este enfoque, el potencial de los suelos se basa en la capacidad de los mismos para permitir el establecimiento óptimo de actividades relacionadas con la producción de materias primas agrícolas para el consumo humano y animal, los desarrollos urbanísticos e industriales, el transporte y comunicaciones, para las actividades recreacionales y como material de construcción. Por tal razón, el potencial edáfico de un territorio constituye una importante condición para dinamizar el desarrollo local, especialmente cuando el aprovechamiento de este potencial se fundamenta en un proceso previo de planificación territorial por parte de los organismos e instituciones responsables de la planificación del desarrollo (Stanllings, 1985). 

Con  relación a las condiciones sociales, la existencia de recursos humanos calificados es quizás el factor social más importante para el desarrollo territorial, ya que permite elevar la productividad total del resto de los factores de producción, dominar la utilización de las nuevas tecnologías y organizar los procesos productivos que se dan en el territorio local. Lo anterior esta estrechamente relacionado con la calidad de la formación (tanto en el sistema educativo, como en el sitio de trabajo), así como con la correspondencia que existe entre la estructura de las calificaciones de la oferta laboral y la estructura de la demanda de trabajo, generada por las necesidades específicas de ciertos tipos de mano de obra de parte del sector productivo local (MHC-C-IGAC, 1997). 

Referente a la conformación de la estructura territorial dentro de un espacio geográfico determinado, la misma comprende un conjunto de hechos, a la que se confiere un significado articulador e integrador para su funcionamiento. Las redes de comunicaciones y de los asentamientos humanos servirán de ilustración para explicar este hecho geográfico: si se dota a estos dos elementos de dinamismo y de una organización funcional propia, aparece un sistema territorial, que no es otra cosa que una estructura territorial en funcionamiento. De esta manera, la red vial de un ámbito geográfico determinado constituye una estructura territorial del mismo, y su sistema de transporte la organización de la anterior estructura (la red vial), junto al parque automotor, sus movimientos o flujos, e incluso, el establecimiento de una autoridad única para su funcionamiento (operatividad). Idénticos sentidos o diferencias pueden apreciarse entre la red urbana o conjunto de centros poblados de un territorio y su sistema de ciudades, en el que algunas de estas últimas tienen atribuidas unas funciones específicas y dotaciones con las que se deben prestar servicios homogéneos al ámbito geográfico bajo su influencia (Grupo Aduar, 2000).

Por último, los aspectos vinculados a las ventajas de localización geográfica de un territorio en el ámbito regional, son esenciales para su proyección funcional en el espacio geográfico, y son consideradas hoy en día como un recurso estratégico para la promoción de la competitividad territorial en los espacios geográficos nacionales (Utría, 1986 y Millán, 1994. En MHC-C-IGAC, 1997). En este sentido, la existencia de complejas redes de infraestructura vial para las comunicaciones terrestres y la cercanía geográfica a los grandes centros urbanos y de decisión política permiten un mayor intercambio entre los territorios, especialmente en aquellos que se localizan en el área de influencia inmediata a los centros de mayor   dinamismo (Palomeque Torres y Saenz - Rico Urbina, 1974. Johnston, Derek y Smith, 1987. Grupo Aduar, 2000).


REFERENCIAS 

  1. Utría, R. D. (1986). La Dimensión Ambiental del Desarrollo. En Ministerio de Hacienda y Crédito - Colombia - Instituto Geográfico “Agustín Codazzi”, (MHC-C-IGAC). (1997).

  2. Ministerio de Hacienda y Crédito - Colombia - Instituto Geográfico “Agustín Codazzi”, (MHC-C-IGAC). (1997). Bases conceptuales y guía metodológica para la formulación del Plan de Ordenamiento Territorial Departamental. Santa Fe de Bogotá: Autor.

  3. Grupo Aduar. (2000). Diccionario de geografía urbana, urbanismo y ordenamiento del territorio. Barcelona, España: Editorial Ariel, S.A.

  4. Palomeque Torres, Antonio y Alfredo Sáenz – Rico Urbina. (1974). Geografía económica. (La economía y su desarrollo). Barcelona – España: Biblioteca Hispania. Editorial Ramón Sopena, S. A.

  5. Johnston, R. J., G., Derek. y D. M., Smith (1987). Diccionario de geografía humana (P. Haggett y D. R. Stoddart, Asesores) (G. Luna Rodrigo y M. Mollá Ruiz-Gómez, Trad.) [The Dictionary of Human Geography, (2nd ed.)]. Madrid: Alianza Editorial. (Trabajo original publicado en 1981).


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